Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil veinte también.
Que siempre ha habido chorras, arrancapelos e influencers, descontentos y amargados, machirulos y burguéses. Pero que el siglo veintiuno es un despliegue de maldad insolente ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcados en un riacho y en un mismo inodoro todos manoseados.
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, político, perezoso o estafador.
¡Todo es peor!¡Nada es mejor! Lo mismo un caco que un gran profesor. No hay aplazados, ni escalafón. Los inmorales nos han gobernado.
Si uno vive en la impostura y otro atrapa en su ambición. Da lo mismo que sea juez, camionero, rey de la carne, falopero o santurrón.
¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón! Cualquiera es senador, Cualquiera es un ladrón...
Siglo veintiuno, cachivache, emblemático y febril
El que no postea no mama y el que no tiene fama es un gil
¡Dale, nomás!¡Dale, que va! ¡Que allá en tribunales nos vamos a encontrar!
No pienses más, échate a un lado. Que a nadie le importa si naciste endeudado.
Da lo mismo el que labura noche y día como un buey, Que el que vive de las minas, que el que arroba, que el que cura o está fuera de la ley.
