SAFO

SAFO

martes, 23 de junio de 2020

LO QUE LA PANDEMIA SE TERMINO DE LLEVAR

Si hay algo de lo que tengo experiencia, es de lo que duele perder. La perdida es frustrante, descorazonadora, inservible y cuando se encadenan varias perdidas, el sentimiento de vacío es una fuerza de gravedad en el estomago que te empuja hacia adentro de vos mismo hasta que te da la sensación de desaparecer llegando a creer que ese es el único alivio posible.
Marzo de 2020, llega el COVID-19 a la argentina, se declara una cuarentena muy dura y con ella el encierro en si mismo mas inevitable que me pudiera imaginar. La ciudad dejo de sonar, la cruda realidad se hizo presente, no solo la del virus, ni la de la economía que son gravisimas, sino tambien la de la mas absoluta de las soledades. 
Siempre me fascinaron las películas de tipos que se quedan solos en un mundo postapocaliptico o que quedan varados en algún planeta desierto, pero esta vez era yo quien iba a experimentar eso, y esto tiene poco de fascinante. 
Y en esta peripecia de sobrevivir con los pocos recursos que te van quedando te das cuenta que no es solo los recursos lo poco que te queda y cuando uno saca cuentas el resultado da que los pocos amigos que te van quedando o tus familiares o algunos objetos materiales, no son suficientes para poder resistir tal embate. Lo que sucede es que la falta de inercia te hace ver el paisaje y es un paisaje poco amigable porque pensas en lo que dejaste atrás o mucho peor, en los que te dejaron atrás a vos. 
Si antes del 2020 me quedaba algo, esta situación esta desapareciendo de a poco, semana a semana me siento mas oscuro, como si me estuviera convirtiendo en un zombie o en polvo. Y es que viendo un posible futuro personal no veo muchas cosas que al menos en el pasado me tapaban el dolor que ya sentía previo a la cuarentena: no mas cancha, no mas cine, no mas salidas, etc; y eso no es nada porque antes ya había perdido mucho mas: no mas besos, no mas abrazos, no mas "te quiero", no mas alguien que se alegrara de verme.
Dicen que lo ultimo que se pierde es la esperanza y puede que sea verdad porque después de perder eso, no queda otra cosa que tratar de conseguir experiencias que hagan que uno se olvide de que perdió la fe en algo, y si encima ahora uno pierde esas experiencias es como si le quietaran un remedio a alguien que lo necesita para no sentir dolor, aunque este remedio sea un placebo. Porque lo que nos provoca la perdida es un dolor que solo se cura con el olvido, aunque para mi es peor el remedio que la enfermedad ya que el olvido es ignorar errores o borrar el escaso tiempo que uno fue feliz.
La pandemia va a terminar algún día, la cuarentena también, pero lo que se llevo nunca mas va a volver, lo mismo pasa cuando uno sufre una pandemia personal, la mía ocurrió en 2015 cuando los astros se unieron para fastidiarme una y otra y otra vez y ya ese mismo año aprendí a vivir en cuarentena, solo, sin poder pensar en compartir algo con otra persona. No voy a negar que busque por todos lados ese volver a sentir ese abrazo caliente, pero solo encontré muros, algunos mas altos que otros y con ellos y sus respectivos moretones aprendí que la cuarentena no iba a terminar nunca, salvo que aparezca otra cuarentena mas severa que cree mas muros que al final me terminen aplastando.
y ahí estoy viendo su cara feliz junto a otro, desgarrando lo poco que queda de mi y deseando que las cosas me hubiesen salido mejor, descubriendo que todavía quedan terminales nerviosas que me provocan dolores tales como los que viví en aquel 2015 y que son tan insoportables como los embates de este año, pero nada tan fuerte como ese dolor de saber que ya fui olvidado.
Y lo mas decepcionante es el contexto, todos se convirtieron en robot que creen que piensan por si mismos pero solo obedecen sus primigenios impulsos, sin reflexión, sin humor, sin autocritica y sin reconocer al otro. Así es como uno termina en una burbuja al no complacer a los demás con el éxito que te habilita a ser parte de la sociedad. 
Pero para que sirve un triunfo sino podes compartirlo con nadie que te quiera por tus fracasos.