No recuerdo si en alguna
de mis entradas pasadas he contado ya esta situación, creo que no,
pero si es que ya lo conté no deben ser muchos los que han leído todas las
cosas que escribo, de hecho yo ni las vuelvo a releer, así que ahí
va:
En las películas de
estructura clásica del cine (las que tienen principio, desarrollo y
final) al principio del largometraje generalmente se nos muestra una secuencia que nos indica
por donde va a ir el tema de la película, esto se llama “Intriga de
predestinación” por ejemplo en alguna de las películas de Bond
antes de los títulos ocurre una secuencia donde se nos muestran las habilidades del protagonista y un resumen de lo que
va a ir su historia venidera. Así que si en la película Bond va a
matar a cada uno de los malos y quedarse con todas las chicas, en la intriga de
predestinación esto ya se ve claramente; esto podría suceder en una escena por ejemplo donde nuestro héroe le
dispara a un terrorista que iba a estallar una bomba mientras le guiña el ojo a una señorita que
estaba a punto de morir por dicha bomba. Acto siguiente veríamos a Bond y la señorita
meterse en una habitación mientras lo llamaran para condecorarlo y
darle una nueva misión, la cual probablemente sea toda la trama de la
película.
En mi caso particular
recuerdo un suceso que me ocurrió de chico el cual me marco tanto que lo
recuerdo como si fuese mi intriga de predestinación. Esto sucedió
cuando tenía más o menos 12 años en una especie de grupos que se hacían los sábados solo para chicos de la colectividad judía, yo era muy tímido y no hablaba
con ninguna chica así que había muchas de ellas que no me bancaban
mucho (solo por no seguirles la corrientes), además yo me la pasaba jugando a la pelota ya sea con
pelotas, bollos de papel, gomas de borrar o lo que se pudiera patear.
El punto es que un día una de estas chicas, muy bonita por cierto,
bien estilo nerd como a mí me encantan, estaba repartiendo la típica
tarjeta de cumpleaños que se solía repartir en esos años (no tengo
ni idea si se sigue haciendo) la verdad que ni recuerdo como se
llamaba la chica, ni porque se le ocurrió repartir las tarjetas justo
en ese momento. Entonces la chica pidió de una manera, que queda en
el medio de forra y agreta, que nos pongamos en fila horizontal así
nos repartía la tarjetas personalmente a cada uno. Ella empezó a repartir de
izquierda a derecha y a uno por uno les iba dejando la tarjeta en la
mano y cuando estaba por llegar a donde estaba yo directamente me
paso de largo, ni me miro, ni hizo una mueca, ni me dio una
explicación, nada, como si yo no existiese.
Si bien era muy probable que no vaya a ese cumpleaños ese rechazo me dolió muchísimo, fue un primer contacto con la realidad que me iba a sacudir mucho tiempo después. Tanto que todavía recuerdo ese momento y esa saliva tragada de no entender porque nos había puesto en fila para pasarme de largo, encima creo que fui al único que ignoró o puede ser que haya habido otro más, pero no era el caso, el caso era que me había humillado delante de todo el mundo como para hacerles creer a los demás (en ese grupo no me llevaba bien con casi nadie) que ella no invitaba a quien no le agradaba. Y creo que en ese momento sentí por unos breves meses que las mujeres eran todas como ellas. Bueno, quien dice meses dice años.
Si bien era muy probable que no vaya a ese cumpleaños ese rechazo me dolió muchísimo, fue un primer contacto con la realidad que me iba a sacudir mucho tiempo después. Tanto que todavía recuerdo ese momento y esa saliva tragada de no entender porque nos había puesto en fila para pasarme de largo, encima creo que fui al único que ignoró o puede ser que haya habido otro más, pero no era el caso, el caso era que me había humillado delante de todo el mundo como para hacerles creer a los demás (en ese grupo no me llevaba bien con casi nadie) que ella no invitaba a quien no le agradaba. Y creo que en ese momento sentí por unos breves meses que las mujeres eran todas como ellas. Bueno, quien dice meses dice años.
Este suceso me marco
mucho en mi vida futura, muchísimo, fue una mecha que provoco
desperdiciar muchas oportunidades, que mancillo mi confianza mucho
tiempo o quizá para siempre porque lo que te pasa de chico te pasa
de grande. Si bien sé que hay sucesos muchísimo más graves como violaciones y
abusos que gracias al cosmos no tuve la desgracia de vivirlos, estos
hechos tampoco son fáciles de superar y cada rechazo, cada vez que
me ignoran o simplemente cuando ni me responden el saludo, me pasa
por la cabeza esa hermosa morocha de anteojos, tez blanca y unos
relucientes labios color frutilla la cual caminaba por al lado mío
ignorándome y haciéndome sentir como si fuese un fantasma sin cuentas
pendientes.
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