Bitácora
del capitán del barco hundido
Día
155
Mientras
acá en casa la luz sigue brillando por su ausencia, me propuse
recordar el día en el que quise ser un personaje de videojuego de
peleas, ya cansado de jugar con Ryu o Sub-zero, quería dar piñas yo
mismo y porque no tirar un Hadouken o congelar a la gente con mis
super poderes que iba a adquirir si hacia el curso de super luchador.
Corría
el día 50 desde que estoy en este naufragio y me dispuse a ir a un
lugar donde enseñan a luchar en serio, entre allí y el entrenador
me dijo que las técnicas que enseñaba eran las mejores y que con él
en unos meses iba a ser el increíble Hulk. El entrenador era mas
bajo que yo pero tenia hinchado todo el cuerpo como su hubiese tomado
el gen del super soldado del Capitan America, se parecía bastante a
Takuma del King of fighters, ademas mostraba con orgullo todos sus
tatuajes que eran al menos 20 en su pecho, es mas, ahora que recuerdo
creo que uno era una esvástica.
Y
al otro día fui a entrenarme pensando en que era un ratito y ya.
Llego y el tipo me deriva con otro estudiante que ya llevaba meses
entrenando el cual me explicaba muy brevemente y a pesar suyo
(ordenado por el entrenador) el entrenamiento básico, el cual
consistía en: 40 flexiones en la barra, 60 serruchos con pesas de 5
kilos en cada brazo, 80 parecidas pero por detrás de la nuca, 30
acostado subiendo 10 kilos con los brazos flexionados, 100 piñas con
pesas chicas, 60 levantamientos de pesas y por lo menos 5 ejercicios
mas que cumplí como pude y cuando digo como pude, digo que los hice
a todos mal y mis brazos quedaron como una manteca. Yo sin chistar
seguía las instrucciones y me comía una cagada a pedo de vez en
cuando del entrenador por hacer mal los ejercicios.
Pasemos
al segundo entrenamiento el cual consistía en tener relaciones sin
quitarse la ropa con una especie de pelota gigante con la cual uno se
frotaba contra el suelo, luego había que saltar la cuerda y mas
tarde saltar sobre una rueda de camión. Cada ejercicio duraba 3
minutos los cuales se marcaban con un bocinazo que se escuchaba por
todo el dojo o gimnasio, luego había un minuto de descanso en el
cual si hacia algo de los ejercicios anteriores el entrenador te
volvía a cagar a pedos.
Termine
estos ejercicios otra vez como pude y creyendo que faltaba lo mas
fácil y emocionante. Me equivocaba otra vez. La tercer parte del
entrenamiento, pasadas una hora y media con las anteriores
actividades, consistía en la instrucción de la pelea. El encargado
me mostró como tirar un golpe mientras yo intentaba imitarlo. La
cuestión era golpear una bolsa como la de los boxeadores con mis
puños y unos guantes que exudaban un olor propios de una carnicería
a las 12 de la noche, ademas tenia que estar descalzo y subir las
puntas de mis pies mientras me movía al estilo de Apollo Creed. En
el primer round le di con todas mis energías al saco, que para ese
momento no eran muchas, pero al entrenador no le gusto mucho mi
postura y mientras me repetía como debía hacer los movimientos me
cagaba a pedos, el segundo round fue similar pero con mas
intensidad... de puteadas. Al tercero decidí hacer bien los
movimientos pero lentamente y casi sin potencia en mis golpes a lo
que el entrenador aprovecho para decirme que le ponga mas ganas de
una forma poco menos que humillante. El cuarto, quinto y sexto fueron
tranquilos porque el tipo se fue a inyectarse algo en uno de sus
músculos del brazo, lo cual me hace recordar que él quería que se
le llamen con propiedad a cada uno de los músculos (bíceps,
cuádriceps, etc) entonces podemos deducir que se estaba dando con
anabolicos en alguno de esos músculos con nombres raros. En estos
tres últimos rounds mis golpes eran como el que le quiere dar Homero
a Rufo Tatum en un capitulo de los Simpsons, tenían la potencia de
una ameba y la dirección de un murciélago enceguecido, lo único
que yo quería es que pase el tiempo y de alguna forma pase algo para
irme de allí y no volver mas: un corte de luz, un huracán, un
inspector de la AFIP, algo. Realmente todo el entrenamiento fue una
tortura, cero humor del instructor y sus aspirantes, cero carisma,
cero ganas de enseñar realmente desde cero y cero deseo de seguir.
Sonó la chicharra del sexto round y apareció el entrenador y me
dijo que por hoy ya estaba. Me puse la campera, luego las zapatillas
y salí rajando o mas bien casi gateando lo mas rápido que pude.
He
jugado al fútbol miles de veces en la adolescencia, he corrido hasta
5 vueltas al parque Centenario, he caminado de la FADU hasta mi casa
en Villa Crespo y NUNCA me había cansado y adolorido tanto como esta
vez. Estuve 5 días con dolor de espalda y casi sin poder mover mis
hombros, claro, mucho ejercicio y nunca me dijeron que había que
precalentar y eso que pregunte.
Me
parece que esto de ser Ryu o Ken es para otro tipo de personas, esas
que creen que pueden lanzar una bola de fuego de sus manos o esas que
solo hacen todo para aparentar que pueden lanzar una bola de sus
manos.
Ah
y encima tuve que pagar 350 pesos...
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